Para evitar frustraciones si no llegamos a unas metas determinadas es importante que vayamos fijándonos objetivos a corto plazo y que disfrutemos de las pequeñas.
Hemos oído mucha y muy importante información acerca
de los daños físicos y mentales que nos causa el estrés. Sin embargo, para la
mayoría es muy difícil contar con sesiones de masajes y vacaciones mensuales
para relajarnos… La buena noticia es que estudios en psicología han
comprobado que nuestro cerebro no necesita de mucho para cambiar la frecuencia
del estrés “malo” al estrés “bueno”. El estrés bueno es aquel que nos mantiene alertas,
listos para la acción y atentos para tomar las decisiones pertinentes. El malo,
es aquel que nos agobia, nos cansa y no nos permite pensar ni actuar. Todo
comienza ahí, en el cerebro, así que desestresarlo se ubica entre los
requisitos más importantes para conservar nuestra salud física y psicológica.
Mejorar poco a poco
Entre las situaciones más estresantes para la mente
está el tener expectativas exageradamente altas sobre nuestros progresos acerca
del bienestar. Me explico: una vez que pensamos en dejar de
sentirnos mal, nuestra imagen inmediata es la de la felicidad absoluta, y no
sólo eso, sino reflejada en una energía desbordante.
Nuestro cerebro
estaría mucho más tranquilo si admitiéramos que el cambio puede ser progresivo
y eligiéramos sentirnos “un poco mejor”. Para
ayudarnos, podemos disponer de actividades de bienestar, que nos hagan sentir
bien aunque sea por poco tiempo. Un ejemplo es acariciar a
los animales o dedicarnos a la jardinería, actividades sencillas
que inmediatamente nos hacen sentir bien. O caminar en el parque. O
aquella que tú elijas. Después de hacerlo, reconoce la energía que ha cambiado
e identifica que el estrés disminuyó, aunque sea un poco.
Pensar en el
presente
Según los especialistas, una de las condiciones más
importantes para desestresar el cerebro es enfocarse en el momento actual. Pocas cosas causan más angustia que saltar constantemente sobre
nuestra “línea de tiempo”. Incluso pensar en situaciones felices que vivimos en
el pasado o imaginar el bienestar futuro son elementos que tensan la
mente y no nos dejan disfrutar ni percibir el presente.
Concentrar nuestra energía en las situaciones que
tenemos entre manos es la mejor manera de ahorrar problemas en el futuro y, por
ende, mantener la tranquilidad mental.
Tener en cuenta nuestra
postura
Si bien es cierto que el cuerpo transmite nuestro
estado de ánimo, también es verdad lo mismo, pero en sentido opuesto. ¿Qué
significa esto? Pues que a través de una buena postura física podemos modificar
un estado anímico.
Una espalda encorvada puede ser el signo de una
preocupación tremenda, pero también de un mal hábito inconsciente que, además
de todo, nos está causando una sensación de incomodidad. Nuestro cerebro puede
interpretarla de diversas maneras, casi siempre negativas.
Con el simple hecho de enderezar la figura podemos
estar enviando un mensaje de bienestar a nuestro cerebro y cambiar radicalmente
el cómo nos sentimos. Puede que suene extraño, o poco científico, pero
hay que hacer el experimento: la próxima vez que te sorprendas a ti mismo
dibujando un arco con la columna vertebral, ya sea que estés ante la
computadora, leyendo un libro o cocinando, sonríe, endereza la espalda y trata
de notar la diferencia.
Recuerda que la sonrisa es un estímulo formidable para
la salud física y psicológica, así que no la olvides. Tu cerebro, más relajado,
te lo agradecerá.
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