domingo, 12 de febrero de 2017

Terapias



La desensibilización sistemática es un método psicoterapéutico dentro del paradigma teórico-clínico de las terapias cognitivo-conductuales, cuya característica principal es la aproximación sucesiva del sujeto a situaciones que le producen una exacerbación disfuncional de conductas (emocionales, cognitivas o comportamentales) y que lo lleva a consulta.
Se trata de una técnica muy utilizada en el tratamiento de los desórdenes de ansiedad, especialmente en las fobias. Consiste en la aplicación de una jerarquía de estímulos estresantes a través de imágenes visuales, evocación de la situación ansiosa con ayuda del terapeuta, exposición en imaginación, en realidad virtual, o en vivo del estímulo estresante. Es decir, paciente y terapeuta diagraman un conjunto de situaciones típicas a las cuales el paciente teme, especificando la mayor cantidad de detalles posibles. Luego, mientras el mismo se encuentra en un profundo estado de relajación, se le guía para que vaya imaginando estas escenas temidas de acuerdo al grado de ansiedad que le provocan.
El objetivo consiste en que la relajación inhiba progresivamente a la ansiedad que disparan las situaciones imaginadas, de manera tal que se rompa el vínculo entre la imagen estresora y la respuesta de ansiedad. De este modo, el paciente aprende una nueva asociación: lo que antes le provocaba miedo, ahora queda conectado a un estado de calma y tranquilidad inducido mediante la relajación muscular profunda.
Esta forma descrita de la desensibilización sistemática se denomina Variante Imaginaria; es la primera parte del procedimiento completo tal como es utilizado en la actualidad por los terapeutas cognitivos-conductuales. El siguiente paso consiste en guiar al paciente a que enfrente sus temores de manera real, ya no imaginariamente. En este caso se habla de la Variante "in vivo". Por supuesto, el ejercicio imaginario previo ha ayudado a cambiar la imagen mental aterradora que el paciente tiene de algunas situaciones lo cual facilita esta segunda fase, el afrontamiento en la vida real.
Sin embargo, en algunos casos, y con previo consentimiento del paciente, la desensibilización sistemática se aplica directamente en su variante "in vivo", obteniendo resultados exitosos en plazos más breves. Por ejemplo, en los pacientes que padecen de agorafobia (miedo a salir a la calle) la aplicación de la desensibilización sistemática "in vivo" consiste en acompañar al paciente mientras éste sale de su casa y va alejándose de ella lentamente, por aproximaciones sucesivas muy graduales, al tiempo que se lo induce a realizar respiraciones abdominales profundas y a relajar su cuerpo. De esta manera, se logra mantener la respuesta de ansiedad en niveles bajos, o incluso suprimirla casi por completo.
Este aprendizaje de una respuesta nueva (la relajación) frente al estímulo estresor (salir a la calle) facilitará que el paciente salga finalmente por sí solo, tranquilo y sin experimentar ansiedad.

https://es.wikipedia.org/wiki/Desensibilizaci%C3%B3n_sistem%C3%A1tica

Modificación de conducta
Según Martin y Pear (2007, p.7) “La modificación de conducta implica la aplicación sistemática de los principios y las técnicas de aprendizaje para evaluar y mejorar los comportamientos encubiertos y manifiestos de las personas y facilitar así un funcionamiento favorable”.
La modificación de conducta, a pesar de iniciarse durante la década de 1950, su mayor aplicación tuvo lugar desde mediado de 1970 hasta los primeros años de 1980.
Específicamente, se modifica el comportamiento considerando cuáles son los antecedentes y consecuentes de una conducta. Un antecedente es el estímulo o situación que suscita una respuesta. Un consecuente es la "contingencia" o consecuencia positiva o negativa que esa respuesta produce. Una consecuencia positiva (por ejemplo, un elogio por ser generoso) sirve de reforzador, pues incrementa un comportamiento deseable. Una consecuencia negativa o estímulo aversivo (por ejemplo, ante una agresión, una tarjeta amarilla o roja en el fútbol), sirve de castigo, favoreciendo la extinción de esa conducta.

TERAPIA IMPLOSIVA

     Es una técnica de modificación de la conducta. Aquí el terapeuta somete al sujeto directamente al estímulo condicionado que produce muy fuerte ansiedad (es decir, le presenta la situación ansiógena) para que lo afronte sin posible escape; el terapeuta debe preparar la situación terapéutica para que no aparezca el reforzamiento primario o las consecuencias aversivas acompañando al estímulo condicionado; normalmente esto lo hace enseñándole antes al sujeto alguna técnica de relajación para que cuando se le presente el estímulo ansiógeneo fuerte el sujeto pueda responder con una reacción de relajación. De este modo se conseguirá la extinción de la respuesta condicionada de ansiedad.


Técnicas operantes
Las técnicas operantes han sido unas de las que se han empleado primero y con mayor frecuencia en modificación de conducta. Tienen su origen en los trabajos de Thorndike (1898) sobre aprendizaje animal y en el condicionamiento operante de Skinner (1938). Por lo tanto, se basa en la presentación de reforzadores positivos o negativos para la adquisición de una conducta adaptativa.
Las técnicas operantes implican la disposición ordenada de estímulos antecedentes y consecuentes con objeto de alterar la probabilidad de emisión de una conducta. Se trata de un grupo heterogéneo de procedimientos que pueden utilizarse para mantener o incrementar conductas (ej.: programas de reforzamiento directo, contratos conductuales, economía de fichas, control de estímulos, reglas) para enseñar o establecer conductas nuevas (ej.: encadenamiento, moldeamiento), o bien para eliminarlas o disminuirlas.

Las técnicas operantes ocupan un lugar preeminente entre las estrategias de intervención conductual, hasta el punto que es difícil imaginar una intervención en la que no se vean implicadas o en la que no se utilicen, en un momento u otro, a lo largo del tratamiento. Igualmente, suelen formar parte de los programas conductuales que se aplican en el ámbito de la salud, teniendo como objetivo básico propiciar la aparición de conducta y hábitos saludables, y disminuir la emisión de conductas perjudiciales para la salud o que deterioran la calidad de vida de los individuos, o que interfieren la emisión de conductas saludables. Con frecuencia, su aplicación supone la participación de personas del medio del sujeto.




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