La desensibilización
sistemática es un método psicoterapéutico dentro del paradigma teórico-clínico de las terapias
cognitivo-conductuales, cuya característica principal es la
aproximación sucesiva del sujeto a situaciones que le producen una exacerbación disfuncional de conductas (emocionales, cognitivas o comportamentales) y que lo lleva a consulta.
Se trata de una técnica muy utilizada
en el tratamiento de los desórdenes de ansiedad, especialmente en las fobias. Consiste en la aplicación de una
jerarquía de estímulos estresantes a través de imágenes visuales,
evocación de la situación ansiosa con ayuda del terapeuta, exposición en
imaginación, en realidad virtual, o en vivo del estímulo estresante. Es decir,
paciente y terapeuta diagraman un conjunto de situaciones típicas a las cuales
el paciente teme, especificando la mayor cantidad de detalles posibles. Luego,
mientras el mismo se encuentra en un profundo estado de relajación, se le guía
para que vaya imaginando estas escenas temidas de acuerdo al grado de ansiedad
que le provocan.
El objetivo consiste en que la relajación
inhiba progresivamente a la ansiedad que
disparan las situaciones imaginadas, de manera tal que se rompa el vínculo
entre la imagen estresora y la respuesta de ansiedad. De este modo, el paciente
aprende una nueva asociación: lo que antes le provocaba miedo, ahora queda
conectado a un estado de calma y tranquilidad inducido mediante la relajación
muscular profunda.
Esta forma descrita de la
desensibilización sistemática se denomina Variante Imaginaria; es la primera
parte del procedimiento completo tal como es utilizado en la actualidad por los
terapeutas cognitivos-conductuales. El siguiente paso consiste en guiar al
paciente a que enfrente sus temores de manera real, ya no imaginariamente. En
este caso se habla de la Variante "in vivo". Por supuesto, el
ejercicio imaginario previo ha ayudado a cambiar la imagen mental aterradora
que el paciente tiene de algunas situaciones lo cual facilita esta segunda
fase, el afrontamiento en la vida real.
Sin embargo, en algunos casos, y con
previo consentimiento del paciente, la desensibilización sistemática se aplica
directamente en su variante "in vivo", obteniendo resultados exitosos
en plazos más breves. Por ejemplo, en los pacientes que padecen de agorafobia
(miedo a salir a la calle) la aplicación de la desensibilización sistemática
"in vivo" consiste en acompañar al paciente mientras éste sale de su
casa y va alejándose de ella lentamente, por aproximaciones sucesivas muy
graduales, al tiempo que se lo induce a realizar respiraciones abdominales
profundas y a relajar su cuerpo. De esta manera, se logra mantener la respuesta
de ansiedad en niveles bajos, o incluso suprimirla casi por completo.
Este aprendizaje de una respuesta
nueva (la relajación) frente al estímulo estresor (salir a la calle) facilitará
que el paciente salga finalmente por sí solo, tranquilo y sin experimentar
ansiedad.
https://es.wikipedia.org/wiki/Desensibilizaci%C3%B3n_sistem%C3%A1tica
Modificación de
conducta
Según Martin y Pear (2007, p.7) “La modificación de conducta implica la aplicación sistemática de
los principios y las técnicas de aprendizaje para evaluar y mejorar los
comportamientos encubiertos y manifiestos de las personas y facilitar así un
funcionamiento favorable”.
La modificación de conducta, a pesar
de iniciarse durante la década de 1950, su mayor aplicación tuvo lugar desde
mediado de 1970 hasta los primeros años de 1980.
Específicamente, se modifica el
comportamiento considerando cuáles son los antecedentes y consecuentes de una
conducta. Un antecedente es el estímulo o situación que suscita
una respuesta. Un consecuente es la "contingencia" o
consecuencia positiva o negativa que esa respuesta produce. Una consecuencia
positiva (por ejemplo, un elogio por ser generoso) sirve de reforzador, pues
incrementa un comportamiento deseable. Una consecuencia negativa o estímulo aversivo
(por ejemplo, ante una agresión, una tarjeta amarilla o roja en el fútbol),
sirve de castigo, favoreciendo la extinción de esa conducta.
TERAPIA IMPLOSIVA
Es una técnica
de modificación de la conducta. Aquí el terapeuta somete al sujeto
directamente al estímulo condicionado que produce muy fuerte ansiedad (es
decir, le presenta la situación ansiógena) para que lo afronte sin posible
escape; el terapeuta debe preparar la situación terapéutica para que no
aparezca el reforzamiento primario o las consecuencias aversivas acompañando al
estímulo condicionado; normalmente esto lo hace enseñándole antes al sujeto
alguna técnica de relajación para que cuando se le presente el estímulo
ansiógeneo fuerte el sujeto pueda responder con una reacción de relajación. De
este modo se conseguirá la extinción de la respuesta condicionada de ansiedad.
Técnicas operantes
Las técnicas operantes han sido unas de las que se han empleado
primero y con mayor frecuencia en modificación de conducta. Tienen su origen en
los trabajos de Thorndike (1898) sobre aprendizaje animal y en el
condicionamiento operante de Skinner (1938). Por lo tanto, se basa en la
presentación de reforzadores positivos o negativos para la adquisición de una
conducta adaptativa.
Las técnicas operantes implican la disposición ordenada de
estímulos antecedentes y consecuentes con objeto de alterar la probabilidad de
emisión de una conducta. Se trata de un grupo heterogéneo de procedimientos que
pueden utilizarse para mantener o incrementar conductas (ej.: programas de
reforzamiento directo, contratos conductuales, economía de fichas, control de
estímulos, reglas) para enseñar o establecer conductas nuevas (ej.:
encadenamiento, moldeamiento), o bien para eliminarlas o disminuirlas.
Las técnicas operantes ocupan un lugar preeminente entre las estrategias de intervención conductual, hasta el punto que es difícil imaginar una intervención en la que no se vean implicadas o en la que no se utilicen, en un momento u otro, a lo largo del tratamiento. Igualmente, suelen formar parte de los programas conductuales que se aplican en el ámbito de la salud, teniendo como objetivo básico propiciar la aparición de conducta y hábitos saludables, y disminuir la emisión de conductas perjudiciales para la salud o que deterioran la calidad de vida de los individuos, o que interfieren la emisión de conductas saludables. Con frecuencia, su aplicación supone la participación de personas del medio del sujeto.
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